Desde hace unos años se hace un tipo películas que se está convirtiendo en un género o en una forma. En cada una de ellas se muestran los problemas o las peripecias de un regular número de personas que directamente no tienen mucho que ver entre sí. No nombro ninguna porque de éstas hay pocas que me gusten, aunque piense que una o dos no están mal. Creo que dicha forma es en general una fórmula y encubre la facilidad: mostrando el deambular de muchas personas, mostrándolas de acá y para allá, y de arriba hacia abajo, se evita hablar de una historia, de un conflicto, de un motivo, algo único, serio y entrelazado.
Es posible que un antecedente de ese tipo de películas, de esa forma de narrar, sea La dolce vita (F. Fellini, 1960), en la que se muestran las andanzas de Marcello, un periodista que quiere ser escritor pero que se dedica todo el tiempo a estar con unos y con otros… y con unas y con otras. Se relaciona con una rutilante estrella del cine, con unos nobles, con una novia histérica, con una condensa muy rica, con un patético creyente, con su padre... Personas que no tienen mucho que ver entre sí pero cuyas vidas se cruzan en él y de las que se señala lo suficiente como para que lleguemos a conocerlas.
De entre los casos entretejidos a través de Marcelo, podríamos destacar uno corto pero significativo. En uno de los pocos momentos en que intenta escribir, va a un modesto restaurante en el que lo atiende una joven procedente del campo. Él le dice que la encuentra guapa y ella le contesta que le gustaría escribir a máquina, como él. Él le ruega que le muestre el perfil y le dice que le recuerda a un ángel. Ella esboza una sonrisa franca e inocente.
La vida sigue... Al final de la película, después de una noche de fiesta, unos mascarones resacados acaban en la playa. Unos pescadores sacan un enorme pez muerto, un monstruo marino. El ojo de la naturaleza parece mirar acusadoramente a los componentes de la farándula. A cien metros de allí está la joven anterior. Desde regular distancia, por gestos le dice algo al periodista pero éste no comprende. Se miran. Ella dice: “Yo... Tú...”. Él encoge los hombros. El ruido de las olas ahoga las palabras. Marcello no se le acerca, “le dice” un lacónico adiós con la mano y se marcha con los suyos, pero la cámara se queda con la cándida sonrisa de la hermosa joven.
Es posible que un antecedente de ese tipo de películas, de esa forma de narrar, sea La dolce vita (F. Fellini, 1960), en la que se muestran las andanzas de Marcello, un periodista que quiere ser escritor pero que se dedica todo el tiempo a estar con unos y con otros… y con unas y con otras. Se relaciona con una rutilante estrella del cine, con unos nobles, con una novia histérica, con una condensa muy rica, con un patético creyente, con su padre... Personas que no tienen mucho que ver entre sí pero cuyas vidas se cruzan en él y de las que se señala lo suficiente como para que lleguemos a conocerlas.
De entre los casos entretejidos a través de Marcelo, podríamos destacar uno corto pero significativo. En uno de los pocos momentos en que intenta escribir, va a un modesto restaurante en el que lo atiende una joven procedente del campo. Él le dice que la encuentra guapa y ella le contesta que le gustaría escribir a máquina, como él. Él le ruega que le muestre el perfil y le dice que le recuerda a un ángel. Ella esboza una sonrisa franca e inocente.
La vida sigue... Al final de la película, después de una noche de fiesta, unos mascarones resacados acaban en la playa. Unos pescadores sacan un enorme pez muerto, un monstruo marino. El ojo de la naturaleza parece mirar acusadoramente a los componentes de la farándula. A cien metros de allí está la joven anterior. Desde regular distancia, por gestos le dice algo al periodista pero éste no comprende. Se miran. Ella dice: “Yo... Tú...”. Él encoge los hombros. El ruido de las olas ahoga las palabras. Marcello no se le acerca, “le dice” un lacónico adiós con la mano y se marcha con los suyos, pero la cámara se queda con la cándida sonrisa de la hermosa joven.

Señor Castañeda, la película no me gusta nada pero al leer su comentario voy a verla otra vez. Muchas gracias.
ResponderEliminarLa película en cuestión nunca me ha gustado pero después de su crítica estoy pensando en volver a verla. Muchas gracias.
ResponderEliminarEstimada EGámezMotiva
ResponderEliminarPerdone que no le haya contestado en su momento. Me despisté, seguramente porque al comenzar a entrar en contacto con el medio... De todas formas quiero decirle que me ha gustado que se decida a verla de nuevo. Hágalo despacio; y si lo hace en un DVD no le importe verla de varias veces. Es una película más que apreciable. Atentamente, JPC