miércoles, 21 de abril de 2010

CLASIFICACIONES Y CALIFICACIONES

Es frecuente encontrar calificaciones de películas que van del 0 (cero) al 5 o de una a cuatro estrellas. Es un método rápido y simple que nos da una idea de la apreciación que tal o cual película merece a juicio del comentarista. Está bien, pero…
¿Cómo meter en las mismas estrellas o en los mismos puntos a narraciones cinematográficas cuyos planteamientos o consecuciones son radicalmente distintos? ¿Es lícito considerar sólo que son comedias To be or not to be (E. Lubitsch) y Aterriza como puedas (K. Finkleman)? ¿Cómo comparar desde el mismo nivel a Flecha rota con Por un puñado de dólares? Por citar cintas del mismo director, ¿cómo pensar que pertenecen al mismo nivel Fresas salvajes y Esas mujeres, ambas de I. Bergman, o, por citar ejemplos más modernos y populares, Entre pillos anda el juego y Espías como nosotros, ambas de J. Landis?
¿No sería mejor establecer una clasificación antes de pasar a las calificaciones? Yo propongo que, antes de pasar al 1 o al 5, establezcamos cuatro categorías: A, A’, B y C.
Podríamos englobar en la categoría A a aquellas películas que, sin dejar de ser narraciones populares, hablan de las personas, de su intimidad o de las relaciones que sostienen con los otros, a las que, con originalidad y precisión, muestran aspectos de la sociedad, la naturaleza, la historia... Podríamos denominarlas obras de arte o narraciones artísticas populares. Excelsos ejemplos de este tipo serían Viaje a Italia (R. Rossellini) y El hombre que mató a Liberty Valance (J. Ford).
Podríamos englobar en la categoría A’ a las que desde sus planteamientos se proponen ser obras de arte, experimentar con temas generales o con modos narrativos, etc. Éstas no serían populares, bien porque abordan complejos aspectos del conocimiento o del ser, o porque lo hacen con un lenguaje no usual, o porque tienen planteamientos rupturistas... Ejemplos de este tipo podrían ser Metrópolis (F. Lang), El año pasado en Marienbad (A. Resnais), Ordet (C. Th. Dreyer), Un condenado a muerte se ha escapado (R. Bresson).
Podríamos englobar dentro de la categoría B a las que son un espectáculo entretenido, sin por ello halagar las zonas más bajas del espíritu. Buena parte del cine de géneros, del cine clásico de Hollywood, responderían a esta tipología. Ejemplos serían El hombre que vino a cenar (W. Keighley), Las minas del Rey Salomón (C. Bennett), Cita a ciegas (B. Edwards)... Claro que las cosas no son tan simples. ¿Dónde colocar Moby Dick (J. Huston) o Harry Black y el tigre (H. Fregonese)?
Podríamos englobar en la categoría C a las que se proponen llegar al rincón oscuro de los públicos, halagar los instintos, tender trampas; o aprovechar un género y una afición ya sabida para producir artefactos o series. Son cosas con apariencia fílmica realizadas mecánicamente --y a veces con astucia. Ejemplos: casi todo el cine de acción de los tiempos que corren, las películas sobre el agente 007, la obra de Hitchcock...
El tema podría continuar, pero vamos a dejarlo aquí. Terminemos con una pregunta: ¿qué película nos parecería más interesante, una A2 o una B4, una B2 o una C5?

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