No me gustan las películas de asesinos ni las de psicópatas. Por lo general van tras el exhibicionismo de la violencia, ese asunto que deberíamos desterrar del cine, de la televisión, de los juguetes, de la política y de la vida. El silencio de los corderos, por poner un ejemplo famoso, me parece un artefacto fílmico; es como una de esas desgraciadas máquinas electrónicas con las que los jóvenes juegan a destripar.
En cambio, le tengo cierto aprecio al cine negro. Éste nos señala que en la vida, junto al amor o a la amistad, podemos encontrar algún tipo de violencia, y nos presenta a personas más o menos normales que, bajo determinadas circunstancias, pueden elegir el camino del mal. Pero ése es otro asunto: una parte de la realidad, no una exhibición de perversiones. Creo que a medio camino entre esos dos géneros se encuentra El halcón maltés, una película que parte de una historia magnífica aunque la realización, a mi modo de ver, no tiene la adecuada inspiración, es rutinaria y contiene demasiados diálogos en plano / contraplano.
El tema central se ha abordado en otras películas: hay unas cuantas personas cada una de las cuales se empeña en conseguir algo que considera muy valioso, un objeto que es símbolo de poder. En Winchester 73, por ejemplo, el objeto es un arma que mata más y mejor que ninguna otra. En El halcón maltés, las personas acaban matándose con tal de conseguir una estatuilla, un pájaro de oro y joyas que los caballeros templarios le regalaron al emperador Carlos V.
Al despacho de los detectives Spade y Archer llega una mujer apellidada O'Shaughnessy, a proponerles un asunto aparentemente inocente. Por dinero ellos están dispuesto a lo que sea y aceptan el caso. Archer va a una cita con la mujer y es asesinado. Sam Spade se ve envuelto en un turbio y embrollado asunto. Aparte de que comienza a seguirlo un tipo mal encarado, la Srta. O’ Shaughnessy resulta ser Miss Wonderly, la cual resulta ser Miss Leblanc. Además, al despacho del detective llega un tal Joel Cairo y lo apunta con una pistola. Además, un tal Gutman lo cita en un hotel para proponerle un trato en torno al pájaro. Además, al despacho llega un moribundo con el pájaro envuelto en unos periódicos. Además... Se producen unas cuantas muertes.
En la búsqueda frenética del pájaro, las personas llegan a comportarse como tiburones enloquecidos, sin respetar el amor ni cejar en el empeño ni darse cuenta de que el dichoso pájaro está hecho de un material que no vale nada.
domingo, 20 de junio de 2010
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En este caso no estoy de acuerdo con el Sr. Castañeda. El interés de la película radica en la búsqueda, en la codicia, la ambición, el poder, lograr y conseguir lo mejor, lo que te hará diferente.El paralelismo con Winschester 73 es claro y aunque a mi también me gusta esta última, el Halcón Maltés se merece estár en los clásicos. saludos
ResponderEliminarEstimado o estimada e.g.a.
ResponderEliminarDentro de los temas generales que abordan el cine o la novela, hay uno muy interesante: la lucha que entablan los componentes de un grupo de individuos en pos del dinero o el poder. Ahí podríamos situar a El halcón maltés, Whinchester 73... Ratas a la carrera. Ahora bien, lo que resulta al abordar el tema depende de muchos otros factores: de la actitud del guionista, del ojo del director,de la perspectiva de la narraciónb, del desarrollo del argumento... En fin, la unión de esos factoes da como resultado que El halcón maltés me parezca mediocre, a pesar de que hay quien la considera excelente, casi mítica. Yo sigo pensando que no aportada a la narración de Dashiell Hammett.