No acabo de explicarme cómo a unos guionistas y a unos directores se les ha ocurrido hacer lo que hacen. Para no ofender, puedo citar las horribles Ópera prima (F. Trueba), ¿Qué hace una chica como tú...? (F. Colomo) y Pepi, Luci, Bom... (P. Almodóvar), que al fin y al cabo han dado lugar, respectivamente, a las más que interesantes La niña de tus ojos, Los años bárbaros y La flor de mi secreto. Para ofender podría citar… Me callo. Y eso sin pensar en las que emulan escandalosamente a las películas yanquis de sangre y criminales.
Entre un montón de tonterías semimodernas uno puede ver de otra vez algunas películas españolas que no están mal, como, por ejemplo, El camino (Ana Mariscal, jamás citada), o Calle mayor (J. A. Bardem, citada siempre); o, como en nuestro caso, Mi querida señorita (J. de Armiñán). En ésta se narra algo interesante a base de imágenes expresivas. Aquí, a unas imágenes le suceden otras en función de la narratividad, eso que hace que, después de mostrar determinadas acciones, lo adecuado (o lo artístico o lo sublime) sea mostrar esas otras, con vistas a señalar vívidamente lo que se relata y el paso del tiempo.
Aparte de lo dicho, en esta película hay que resaltar la interpretación de José Luis López Vázquez. Valdría la pena ver Mi querida señorita sólo por eso. Tanto cuando es doña Adela como cuando es Juan, se muestra como un actor extraordinario, lo que quiere decir que nadie o casi nadie podría hacer lo que él. Lejos de los tics interpretativos que nos “regala” en el 70 % de sus papeles, aquí es un actor grande, rico en matices, de gesto expresivo, poseedor de una mirada única.
Además de ser una película con la narratividad ajustada y una interpretación extraordinaria, Mi querida señorita nos habla de “un caso interesante”, o por lo menos interesante por mostrársenos como se nos muestra. En la primera parte José Luis López Vázquez es doña Adela Castro, una mujer mayor, católica y puritana que “acoge” a Isabelita, una muchacha de servicio, por la que se preocupa en exceso. Sin amaneramiento alguno, con el gesto justo, López Vázquez logra que uno se crea que él es esa señora que vive en su pueblo y en su casa de siempre.
Lo que sucede es que doña Adela va al médico y... Resulta que es un hombre, un hombre que adoptará el nombre de Juan e irá a vivir a otro lugar. Ese ser desconocido para sí mismo y desconocedor del nuevo espacio que lo acoge y de sus nuevas ocupaciones, ese hombre de gestos suaves pero en absoluto amanerados es también un inmenso José Luis López Vázquez.
domingo, 20 de junio de 2010
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Donde dice "uno puede ver de otra vez", debe decir "uno puede ver otra vez".
ResponderEliminarEsta película me parece la mejor película para explicar la situación de los transexuales ¿por qué nunca hablan de ella?
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Ninoska y con el Sr.Castañeda. La interpretación de J.L.Vázquez es difícil de superar y es imprescindible para el resultado de la película. Para mi una de las películas españolas más interesantes.
ResponderEliminarSaludos