Mi noche con Maud, Pauline en la playa, La buena boda, El rayo verde, Cuento de primavera... Cada una de las hermosas películas de Rohmer es como un relato sencillo contado con las imágenes precisas. Juntas conforman una comedia humana en la que se abordan posiciones morales, sentimientos, relaciones paterno-filiales, ilusiones y desilusiones de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo... Y todo eso sin grandes discursos ni grandes dramas ni grandes gestas.
El asunto de El amigo de mi amiga es muy sencillo. Un buen día se conocen Blanche y Léa, dos muchachas de 24 y 22 años. Blanche no tiene novio pero está enamorada de Alexandre, mientras que Léa tiene un novio llamado Fabien del que no está enamorada. Después de acercamientos y rupturas, Léa y Fabien cortan definitivamente. Después de varias dudas y de quedarse estática ante la posibilidad, Blanche se desenamora de Alexandre y se enamora de Fabien. Alexandre se da cuenta de que Léa le gusta, lo cual no le disgusta a Léa. Así que Blanche se queda con Fabien y Léa con Alexandre.
Eso es todo. Nada de una guerra de independencia ni de algún hecho decisivo en la historia de la humanidad. ¿Eso es todo? No. Entonces, si hay algo más que el sencillo lío sentimental, ¿dónde está el secreto? Yo creo que parte del secreto consiste en que, al ver la película, llegamos a conocer a Blanche y a Léa, a Fabien y a Alexandre mejor que si fueran unos amigos con los que hemos ido a cenar veinte veces. ¿Sólo eso? Y porque admiramos la sabia sencillez con que se nos presenta esta compleja geometría de sentimientos. Y porque sabemos que en el arte lo sencillo-significativo es más difícil de lograr que lo tumultuoso-comunicable.
Esta película sosegada que nos permite pensar y contemplar cómo dos personas se miran o cómo la brisa mueve las copas de los árboles, es mucho más valiosa que setenta veces siete películas de prisas y montajes que subrayan la aceleración y se proponen no dejarnos pensar.
El amigo de mi amiga forma parte de “Comedias y proverbios”, un conjunto de películas de Rohmer. Pues bien, he aquí un proverbio para finalizar: Los amigos de Rohmer son mis amigos, aunque no sean héroes ni seres perfectos, aunque sean –o quizás porque son-- caprichosos, vanidosos, tímidos, buenas personas, listos e ingeniosos
martes, 15 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

Yo creo que las películas de Rohmer son como las telenovelas pero bien hechas. Es decir, hablan de la vida cotidiana pero mejor! Voy a hacer un listado con todas las películas que usted recomienda.
ResponderEliminarSaludos
Estimada Ninoska:
ResponderEliminarNo creo que las películas de Rohmer se parezcan en algo a las telenovelas… Nómbreme una de éstas que aborde algo parecido a una conversación filosófica entre un católico y una librepensadora (Mi noche con Maud), o a la fascinación que siente un hombre próximo a casarse por una jovencita que podría ser su hija (La rodilla de Clara), o a cómo una joven solitaria, que no sabe qué hacer porque se le han fastidiado las vacaciones, decide ir hacia el mar en busca del rayo verde… Las películas que sí podrían tener algo que ver con las telenovelas, en el terreno de los sentimientos, son los melodramas del Hollywood clásico, tipo Escrito sobre el viento (D. Sirk) o Imitación de la vida (J. M. Stahl); y algunas mexicanas como María Candelaria o Los gavilanes. En todas ellas podemos encontrar “sentimientos intensos”: amores, desamores, celos, odios, engaños, abnegaciones, codicia, etc. Ahora bien, desde el punto de vista argumental puede decirle que lo que en las telenovelas se muestra en 365 días en las películas se hace en hora y media. Por otra lado, o hablando de lo mismo, lo que en las telenovelas es reiteración, acumulación, vulgaridad… en los buenos melodramas es sutileza, precisión, estilo… Así pues, nada que ver tampoco, ni el terreno argumental ni el de la realización. Eso creo.