Dentro del musical clásico se realizaron unas cuantas películas que podríamos considerar importantes, la mitad de ellas con Gene Kelly, entre las que podríamos citar a Siete novias para siete hermanos, Un día en Nueva York (G. K.), Cita en San Louis, Siempre hace buen tiempo (G. K.), Melodías de Broadway 1952 (The Band Wagon) y Un americano en París (G. K.). Dentro de este género también se realizaron unas cuentas películas simpáticas, algunas más que soportables porque en ellas actúa Fred Astaire.
Es posible que, como señalan los aficionados a hacer este tipo de listas, Cantando bajo la lluvia sea el mejor musical de todos los tiempos. Yo lo tengo por cierto, aunque no colocaría muy por debajo a The Band Wagon.
Cantando bajo la lluvia es tan inspirada, tan divertida, tan alegre, tan perfecta...
Funciona como una sabia combinación de cine y realidad, de seriedad y sonrisa, de amor y amistad. Acertada y consecuentemente con el planteamiento argumental, los números musicales constituyen una sabia combinación entre el viejo y el nuevo estilos. No sabe uno si son mejores los números musicales “viejos”, los que tienen lugar en un escenario, o los “nuevos”, los que son parte de “la vida real”. No sabe uno qué es mejor, si el número al estilo antiguo en el que Don Lockwood narra cómo llego a Broadway y donde se encuentra con las larguísimas y atractivas piernas de Cyd Charisse, o el número en el que Don Lockwood, su amigo Cosmo Brown y su enamorada Kathy Selden bailan sin que ninguno pierda el paso, sin que ninguno de los tres se adelante o atrase una milésima de segundo, y donde parece que Donald O’Connor y Debbie Reynolds son tan buenos bailarines como Gene Kelly. Por no hablar del momento en que G. K. canta y baila bajo la lluvia, en el que parece que no se puede hacer mejor, y donde hasta las gotas de agua interpretan a la perfección su importante papel.
Cantando bajo la lluvia es una película tan perfecta que podríamos decir que todas su partes funcionan como un reloj, si no fuera porque en ese tipo de mecanismos no hay lugar para la sorpresa, el misterio o la alegría. Pero podríamos decir que es tan perfecta como si en lugar de ser un producto de la voluntad y el talento humanos, fuese algo que un par de humanos encontraron en la naturaleza.
martes, 15 de junio de 2010
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