martes, 6 de septiembre de 2011

ULTIMÁTUM A LA TIERRA (R. Wise, 1951) – A3

Robert Wise realizó durante diez años, al principio de su carrera, películas de bajo presupuesto, algunas de las cuales son pequeñas joyas. De entre éstas yo destacaría Mademoiselle Fifí (1944), su segundo film, basado en un relato de Maupasant sobre el patriotismo y la libertad; es una película exacta, perfecta en su tono menor. Otra de parecida factura es Nadie puede vencerme, una de las mejores películas sobre el boxeo de las que yo he visto, en la que, mientras se desarrolla una velada, se da cuenta de la soledad y la espera, de la derrota y los manejos sucios. También realizó una de ciencia-ficción de análoga factura, la que motiva este comentario, cuyo título original es The Day the Earth Stood Still.

A la mayoría de las películas de ciencia-ficción yo las señalaría como fantasías futuristas. Tienen poco de científicas y, en cambio, casi siempre son productos de una fantasía irrazonable colocada en un extravagante futuro. Las de naves espaciales me aburren más que hablar de coches. A pesar de que medio mundo dice que es un clásico maravilloso, no me gusta nada 2001, aunque me encantan algunas películas de Kubrick. En la actualidad yo no la vería entera y sin levantarme de la butaca aunque me recompensaran con cien euros.

A pesar de lo dicho me interesa Ultimátum a la Tierra, tal vez porque en ella son mínimos los elementos fantasiosos y se plantea un problema terrestre. Klaatu, también llamado “Carpenter”, es un extraterrestre de un aspecto normal y camina como cualquier persona por la calles de Washington. Es verdad que, afortunadamente, no está interpretado por Cary Grant sino por Michael Rennie, pero convive con una familia, se hace amigo Bobby, el hijo de Helen Benson, y ésta lo comprende perfectamente. Con el pequeño Bobby va Klaatu a dar una vuelta y ante el cementerio de Arlington se extraña de que la estupidez humana haga guerras que producen tal cantidad de muertos.

En su nave espacial, acompañado Gort, un poderoso autómata, Klaatu viene a nuestro planeta a plantear un problema que nos atañe: el peligro que supone la proliferación de las armas nucleares (estamos en 1951). Intenta hablar con los mandatarios de todas las naciones, sin resultado. Con ayuda del Dr. Barnhardt, intenta hablar con los hombres más inteligentes del mundo, sean éstos científicos o políticos, hindúes o europeos. Casi lo consigue pero… Interviene el ejército y lo mata, después de que lo delate el ambicioso novio de Helen. Gort lo “resucita” momentáneamente. Poco antes de marcharse, Klaatu consigue enunciar su advertencia: Si los terráqueos se empeñan en utilizar la energía atómica para fines bélicos y no para misiones pacíficas y productivas, la Tierra podrá ser eliminada.

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