Dicen que Hitchcock dijo que el cine francés es mediocre porque siempre muestra cómo cena una pareja, poco antes de ir a ver una película en la que una pareja está cenando. Lo bueno de los autores de estas sentencias dictadas por el capricho es que nos permiten pagarles con la misma moneda; podemos decir, por ejemplo, que Hitchcock es uno de los clásicos que peor envejece, que el 80% de sus películas sólo constan de astucia y tics narrativos, que todas sus historias aluden a un psicópata o a un pobre inocente que es perseguido o considerado culpable, que a estas alturas sus gracias resultan simplonas.
Claro que si nos ponemos serios podemos quedar en que algunas de las películas de Hitchcock no están mal y que ciertas gracias son pertinentes. Tal vez hizo cuatro que están bien. Si nos ponemos caprichosos podemos decir que el que ha visto una vez cómo un mago saca un conejo de la chistera no se sorprende la segunda vez que ve el fenómeno. También es verdad que Hitchcock es “un maestro”, alguien que tiene discípulos, imitadores. Muchas películas olvidables se han realizado siguiendo sus dictados. Ni Homero ni Ozu ni John Ford son maestros, pues son inimitables. Nadie ha hecho una obra parecida a las suyas, aunque algunos han tratado de imitarlos, para bien o para mal, tales como Virgilio en un caso y Andrew McLaglen en otro.
En una época me gustaba Los pájaros. La última vez que la vi no me asustaron los plumíferos ni sonreí con sus gracias, que me parecieron risibles. Psicosis me ha parecido siempre una nadería mentirosa, igual que Marnie, por no hablar de Frenesí. ¿Qué decir de Cortina rasgada (1966), ese burdo alegato anticomunista, peor que El telón de acero (1948) de W. Wellman? Guardo un grato recuerdo de Atormentada, un melodrama a medio camino entre lo misterioso y lo criminal.
El argumento de Vértigo, resumido e interrumpido, podría enunciarse así: Scottie (James Stewart) es un policía que se ha retirado porque siente vértigo, circunstancia por la que lo contrata un amigo para que siga a su esposa; ésta, llamada Madeleine (Kim Novak) siente cierta fascinación por el pasado y por la muerte, por lo que al parecer su esposo teme que se suicide. Y, en efecto, parece que se suicida, pues Scottie no puede seguirla hasta lo alto de un campanario, debido al vértigo que sufre. Parece que así van a acabar las cosas cuando Scottie conoce a Judy (Kim Novak), una mujer que le recuerda a Madeleine, y por la que se siente fascinado. Etcétera.
Es, en principio, una película de suspense en la que se aparece la historia de un amor obsesivo. Contiene pocas gracias, afortunadamente. La música y la imagen son estupendas. También podría decirse que alberga una misteriosa complejidad. El amor está relacionado con la muerte, la realidad con la ilusión, la identidad con las apariencias. Se acorta la distancia que media entre cotidianeidad e invención. Allí donde se quieren esclarecer los hechos acecha el abismo.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

Bueno, Sr.Castañeda, entonces ¿le gusta o no le gusta Hitchcok? Yo también rescataría Recuerda.
ResponderEliminarEn general, no me gusta, o para decirlo de otro modo, no creo que sea un genio del cine. Más de la mitad de sus películas me resultan insoportables, y algunas francamente desagradables. Ahora bien, creo que unas pocas son interesantes, como la que usted cita, "Falso culpable" y "La sombra de una duda".
ResponderEliminar