miércoles, 11 de agosto de 2010

AMELIE - A3

Al comienzo, cuando Amelie es aún una niña, su madre muere accidentalmente. Sería para llorar. El accidente consiste en que sobre ella cae una turista, desde lo alto de Nôtre-Dame. La escena está narrada a base de planos cortos, coloristas y luminosos. Es para sonreír. La película sigue con una sucesión de contratiempos e inconvenientes presentados bajo una dulce apariencia.

Los personajes no son seres felices pero tampoco son tan infelices como para que nos hagan llorar. Amelie es una joven desposeída que trabaja como camarera y que no obstante es sensible al discreto encanto de las cosas; por otra parte están un padre poco comunicativo, la dueña de la cafetería --la cual recuerda y bebe--, una estanquera hipocondríaca, un escritor fracasado, un novio celosísimo, un ventero desconsiderado, una vecina predestinada al llanto, un vecino misántropo... Todos tienen algún problema o algún defecto pero ninguno piensa en suicidarse.

La noche del 30 de agosto de 1997 se produce un acontecimiento crucial: Amelie descubre “un tesoro”, una cajita oxidada que perteneció a un tal Bredoteau, perdón, Bretodeau. Entonces pone todo su empeño en devolverlo y tal vez en encontrar el amor. Pero Bretodeau, perdón, Bredoteau resulta ser un triste cincuentón al que le gusta el pollo asado y que no ha hablado con su hijo desde hace mucho tiempo. Amelie lo olvida y se fija en un muchacho que colecciona fotografías de carnets desechadas y rotas, y que ha coleccionado, en otros momentos de su vida, sonrisas y huellas en el cemento fresco. Como ella tiene buen corazón y se ha hecho con las fotografías, se empeñará en devolvérselas al dueño y encontrar el amor.

Es posible que la original dulzura que emana de la película de Jean-Pierre Jeunet esté relacionada con el hecho de que los constantes contratiempos estén mostrados en un estilo ligero, indiferente, a base de muchos planos cortos y sin tensión, del mismo nivel expresivo, sin que ninguno tenga la duración ni la densidad de los clásicos. Al final Bretodeau invita a comer a su hijo, el padre de Amelie sale de casa con las maletas en la mano, ésta encuentra a su amor y los espectadores brindamos con champán.

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